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Molino Forclaz: el desafío del inmigrante

Seamos o no descendientes de europeos, a todos nos contaron casos de quienes migraron a nuestra incipiente Argentina y lograron establecerse satisfactoriamente. Algunos intentaron ir un poco más allá y, aunque no lograron concretar sus ambiciones, dejaron igualmente un importante testimonio de esa época.

Ubiquémonos en San José, que actualmente es una ciudad que está a pocos kilómetros de Colón. Fue la primera colonia agrícola de la provincia de Entre Ríos. Se fundó el 2 de julio de 1857, cuando el general Justo José de Urquiza les cedió tierras a los inmigrantes suizos e italianos.

Aunque estos nuevos habitantes tenían varias profesiones, la gran mayoría eran trabajadores rurales, que fueron levantando sus casas y empezaron a sembrar. Lo principal que cosechaban era trigo, maíz y lino, pero también tuvieron viñedos.

Entre esas oleadas migratorias, llegó la familia de Juan Bautista Forclaz, que se instaló en la zona en 1859. Se dedicaron a la molienda de granos, para lo cual construyeron un molino basado en un malacate, el cual iba tirado por mulas vendadas para que no se marearan.

Ese movimiento generaba que dos piedras se rozaran y fueran moliendo el grano para convertirlo en harina impura, que después la tamizaban con un sistema de poleas. El problema de esto era que, con el tiempo, ya no lograba abastecer la demanda.

Por eso, Juan Forclaz decidió construir un molino a viento, inspirado en los que conoció en Europa. ¿Por qué? Se sabía que estas máquinas, de estilo holandés, eran muy productivas y tenían un buen rendimiento, ganando en eficiencia.

La obra arrancó en 1888 y, con la colaboración de sus hermanos y vecinos, Juan logró levantar en dos años una torre de doce metros con las cuatro aspas. Aparte de mejorar la producción, el objetivo era ser el orgullo de la región.

Pero todo ese trabajo no dio los frutos que esperaban, porque las aspas apenas se movían y no llegaban a cumplir siquiera con los pedidos habituales. Así, tuvieron que volver al viejo malacate tirado por mulas.

Juan se pasó años investigando por qué falló el mecanismo y, entre eso y la vergüenza por no haber honrado sus deudas ni cumplido con la palabra que había dado a los habitantes de la colonia, murió a los 44 años de manía y marasmo. Algo que hoy podríamos relacionar a la depresión.

Años después, ingenieros descubrieron que la causa era que Entre Ríos no tiene los fuertes vientos europeos y todavía no se conocían las aspas inclinadas que sí hubiesen funcionado como esperaban todos.

Hoy, las instalaciones del molino son Monumento Histórico Nacional y reflejan el esfuerzo de los inmigrantes que trabajaron por su propio beneficio, pero también del país que vinieron a habitar. Y, por sobre todas las cosas, algo que no era menor por entonces: el valor que se daba a la palabra.

¿Dónde queda?

San José queda a unos 10 kilómetros de la Ciudad de Colón. Desde la Ruta Nacional 14, es la salida siguiente a esta última.

El Molino Forclaz está ubicado en la calle Primeros Colonos S/N, a mitad de camino entre la RN14 y la RN130. Pueden ver el punto exacto en el mapa y reducir el zoom para ubicarse mejor.

Los horarios de atención varían durante el año y, aparte de los recorridos guiados que están disponibles toda la semana, también hay paseos nocturnos y visitas teatralizadas para conocer la historia de una forma muy atractiva.

¿Cómo llegar?

¿Dónde dormir?

Estos son los alojamientos en San José. Pero, si quieren una mayor disponibilidad y realizar otros paseos y excursiones en la región, Colón tiene una gran oferta hotelera tradicional y también de habitaciones residenciales.

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