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Atalaya: costa, carnaval e historia

Un pequeño pueblo turístico a la vera del Río de la Plata nos sorprende con interesantes atractivos.

A esta altura, creo que ya quedó claro que el tamaño de un pueblo o su cantidad de habitantes es casi irrelevante para disfrutar de un gran paseo. Ese es el caso de Atalaya: entre su magnífica costa frente al Río de la Plata y la impronta de la vida cotidiana, nos deja varias cosas para descubrir mientras cortamos con la rutina.

Si bien es una localidad del partido de Magdalena cuyo fuerte es el turismo, no resigna esa tranquilidad típica de muchos de los lugares que visitamos. Lo que quizás rompa lo tradicional al recorrer la avenida principal son los innumerables murales hechos por artistas locales y también procedentes de otros partidos.

Rumbo a la costa están varios de los locales gastronómicos y de distintos servicios para el turista en general y los pescadores. A mitad de camino podemos ver la que fue la estación Atalaya de la línea Roca: formó parte del ramal La Plata – Pipinas, llegando desde un desvío al pasar General Mansilla (estación Bavio) que también servía a la ciudad cabecera.

Cuando llegamos al balneario municipal, primero encontramos espacios para acampar, parrillas y una proveeduría que ofrece porciones de papas fritas para acompañar el asado, entre otras cosas. Lo bueno es que, como todavía hay que caminar un poco más para llegar al río, evitan que estas actividades interfieran con el descanso.

La playa tiene un parecido con la Reserva Ecológica de la Costanera Sur: un buen espacio parquizado y arbolado, pero acá se suma la posibilidad de entrar al agua, con la presencia de guardavidas y todo. De todas formas, la zona no es muy profunda (algo que afecta un poco a las embarcaciones), lo cual suma cierta tranquilidad si llevan a los chicos.

¿Quieren algo más natural? Es cuestión de avanzar unos metros más. Pasando el muelle y el espigón de pesca, hay árboles y vegetación por donde miren. En los pequeños senderos, incluso, se pueden cruzar con alguna especie animal típica del lugar. No, no salí corriendo al ver una cola negra y amarilla…

Un momento estelar de Atalaya es la época de los carnavales. Las murgas ensayan durante el año para presentarse en enero y febrero por la rambla principal, a la cual rebautizan como “rambla de la alegría”. Se convirtió en algo tan destacado que muchos de los murales están referidos a todo lo que genera un hecho cultural con tanta historia en nuestro país.

Y, a propósito de historia, ahí también hay riqueza local. Fundada en 1663, la localidad tuvo como objetivo principal el construir torres de vigías (atalayas, de ahí su nombre) para descubrir a los distintos buques enemigos que intentaban invadir. Al mismo tiempo, servían de apoyo a los fuertes de la región y para evitar el contrabando.

Los hechos más destacados fueron la batalla del 28 de agosto de 1826, donde los vecinos se enfrentaron a las tropas brasileñas, y el conocido como Combate del Sauce contra los invasores franceses, que ocurrió el 9 de mayo de 1832. La característica en común de estos casos es que las fuerzas criollas estaban en clara inferioridad, pero igualmente resistieron a los avances.

Las aguas siempre son complicadas y se llevaron esos vestigios históricos, pero igualmente nos dejaron un contacto con la naturaleza muy cerca de casa, acompañado por los usos y costumbres de sus habitantes que enriquecen al visitante.

¿Dónde queda?

Atalaya queda a 105 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y 52 de La Plata. El acceso más directo es a través de la localidad de Empalme, en cercanías de Magdalena.

¿Cómo llegar?

  • En automóvil: desde Capital Federal por la Autopista Buenos Aires – La Plata hasta la capital bonaerense, siguiendo por la avenida 1 hasta la Ruta Provincial 11. Luego de pasar el acceso a General Mansilla, la ruta entra a la zona urbana de Empalme, donde se debe tomar hacia la izquierda antes del giro de la ruta hacia Magdalena.
  • En micro: sólo se puede ir desde La Plata con las empresas Unión Platense y Expreso La Plata hasta la terminal de Magdalena (los servicios “por Bavio” tardan más en llegar) para ahí tomar la Empresa Rojas. Si ven que los tiempos son muy justos para combinar, pueden bajarse del micro en la garita de Empalme o buscar un horario anterior.

¿Dónde dormir?

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